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Elena Carretón | Veterinaria


 “Buscamos financiación para estudiar la incidencia de la filariosis en humanos y la relación con el cambio climático

¿En qué se parecen enfermedades de tanta actualidad epidemiológica como el dengue o el virus del zika a la filariosis, una patología que deja tocados mortalmente a animales domésticos como perros y gatos? En que el transmisor es un mosquito que pica al hospedador, sea animal o humano, inoculando estas dolencias.

 

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Elena Carretón, en su laboratorio de la Facultad de Veterinaria de la ULPGC. | C.S.

¿Y cómo está afectando el cambio climático y la globalización a la incidencia de todas ellas? Pues de una manera directa: la alteración de las temperaturas en la práctica totalidad de las regiones del planeta está provocando que la acción de los mosquitos, cada especie en su zona, sea permanente durante todo el año e, incluso, sus larvas puedan transportarse fuera de esas áreas endémicas para que colonicen otras. De esta manera, llegan a Europa también enfermedades que hasta ahora eran propias de una región determinada como el zika o el dengue.

 

Por eso la investigación veterinaria que en las últimas décadas viene desarrollándose en Canarias para conocer mejor cómo actúa y cómo se trata la Dirofilaria immitis (enfermedad del gusano del corazón) está incorporando otras líneas de trabajo para colocar el foco en los efectos del cambio climático y también en la transmisión del parásito al hombre.

 

Elena Carretón Gómez pertenece al Grupo de Investigación de Medicina Veterinaria e Investigación Terapéutica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), dirigido por el catedrático J. Alberto Montoya, y es una de las mayores expertas de filaria. “Estudiamos desde hace años el gusano del corazón. La cuestión es que este parásito se transmite por un mosquito al animal. Y que se trata del mismo que pica a los humanos. Es el mosquito trompetero típico que nos despierta por la noche con su picadura”.

 

El causante de la filaria en los animales domésticos es el nematodo Dirofilaria immitis. Se trata de una enfermedad mortal para perros y gatos si no es diagnosticada a tiempo pues este gusano se aloja en las arterias pulmonares y en el corazón. Si no hay prevención ni se detecta la enfermedad a tiempo, un ovillo de estas lombrices crece en las arterias y dificulta el paso de la sangre pudiendo originar la muerte. Si el enfermo logra salvar la vida se vuelve un individuo cardiópata que va a sufrir de por vida de insuficiencia cardíaca.

 

El mosquito también transmite a los humanos el parásito Dirofilaria immitis pero normalmente el sistema inmune lo elimina. “Hay un porcentaje de población que por el motivo que sea no es capaz de acabar con él. Entonces, el gusano puede desarrollarse hasta cierto punto aunque no tanto como en el perro porque la persona no es el hospedador real, pero sí lo suficiente para llegar al pulmón y producir un quiste”.

 

Cambio climático 

Pero, ¿cómo afecta el cambio climático a todo esto? “Lo que se está viendo con esta enfermedad es que la alteración del clima y la globalización están aumentando la presencia de mosquitos y, con ellos, de parásitos de manera que esto provoca una mayor incidencia en las personas”.

 

Este cambio sustancial de comportamiento se produce por dos circunstancias: los mosquitos endémicos de una región están activos más tiempo gracias al aumento de los registros del termómetro, cuando hasta ahora solo lo eran en primavera y verano; y porque la colonización de insectos provenientes de otras zonas es un hecho. Es el caso del mosquito tigre (Aedes albopictus), una especie invasora de origen asiático que apareció por primera vez en Europa en 1979, en Albania, y que llegó a España en 2004.

 

“A Canarias, por el momento, no ha llegado, pero ya está causando muchos problemas en la Península. Vino en los neumáticos, con el transporte de ruedas de caucho desde Asia”. Esos mosquitos  también pueden transmitir enfermedades a las personas, además de la propia filariosis. Ahora está de actualidad el mosquito Aedes egiptis que transmite el dengue o el zika, un insecto que también es capaz de inocular la filariosis”.

 

Es ahí donde entra la colaboración entre veterinarios y médicos. “El trabajo de los veterinarios es detectar la enfermedad en las mascotas. Si yo a mi perro o a mi gato le doy tratamiento preventivo de filaria voy a evitar que mi  perro sea una fuente de filariosis y que se extienda la enfermedad”.

 

Elena Carretón considera que la filaria es un modelo de enfermedad transmisible de mosquito de animal a persona a tener en cuenta. Por eso, además de avanzar en el estudio de la enfermedad y su incidencia en perros y gatos, ha incorporado a su tarea científica ese enfoque junto al de los efectos del cambio climático.

 

 

 

 

En este sentido, los investigadores de la Universidad grancanaria han empezado a estudiar la incidencia en España de la filariosis en relación con la modificación del clima y, asimismo, intentan poner en marcha otro en las Islas sobre el impacto que estaría produciendo en la salud humana la exposición continuada a la picadura de un mosquito. “Ya no solo a nivel de nódulo pulmonar sino analizando la presencia de anticuerpos o el desarrollo de alergias. Pero para llevarlo a cabo necesitamos fondos y en eso estamos, buscando financiación”.

 

Algo más de un año se llevan recogiendo muestras y en contacto con veterinarios de casi todo el país para completar el estudio nacional sobre cambio climático. “Hasta que no tengamos un número de sueros adecuados no podremos publicarlo, pero creo que no queda mucho. Espero que pueda concluirse este año.”

 

La incidencia de la filaria en España ya ha sido estudiada en investigaciones precedentes pero desde la década de los años 90 del siglo pasado no se han publicado informes actualizados. Sin embargo, en ninguno de ellos se analizaba la enfermedad y su vinculación con el cambio climático.

 

El trabajo que realiza el grupo de investigación de la ULPGC, además de ser el primero de la Universidad grancanaria, está actualizando la situación de la enfermedad a nivel estatal y, además, relacionando su incidencia con el impacto del cambio climático y la acción del hombre sobre el entorno. Todo un reto para los científicos del Grupo de Investigación de Medicina Veterinaria e Investigación Terapéutica de la ULPGC.

 

 

Un parásito con un mundo por descubrir

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Elena Carretón Gómez es de Bilbao y en su ciudad natal, en su comunidad de origen, no hay filaria mientras que en Canarias, en Gran Canaria en concreto, esta grave enfermedad que afecta a perros y gatos es endémica.

 

Comenzó a investigarla cuando preparaba el doctorado y precisamente su tesis la dedicó a describir biomarcadores de la enfermedad. Con esos biomarcadores cardiopulmonares, que son simplemente moléculas que están en la sangre de los animales, los veterinarios pueden determinar cómo de dañados están el corazón y las arterias para objetivar el deterioro que la patología ha provocado en el afectado y ofrecer un pronóstico y tratamiento más certeros.

 

En este último caso, esos criterios se utilizan para conocer cómo incide la terapia en la afección del miocardio, la formación de trombosis y la aparición de inflamaciones durante el tratamiento lo que ayuda al veterinario a establecer sus fases más críticas.

 

El trabajo de investigadores como Elena Carretón ha ayudado a avanzar en la detección y tratamiento de la enfermedad. Tanto que la prevención ha mejorado de manera notable la incidencia en la Isla. En 1996 había más de un 60 por ciento de filaria en Gran Canaria. En el último estudio publicado por el grupo de especialistas veterinarios de la ULPGC, este mismo año, se sitúa en algo más del 20 por ciento.

 

Tras los avances en la descripción de biomarcadores, del diagnóstico por imagen y las terapias, quedan aún muchas cosas por descubrir de la filaria y el parásito que la produce.

 

Las nuevas líneas de investigación pasarían, pues, por estudiar más al perro como reservorio de la enfermedad y asimismo la acción del parásito con el propósito de conocer, por ejemplo, las proteínas que secreta para entender mejor su comportamiento.