5 claves para impulsar la I+D en Humanidades en Canarias

Manuel Ramírez (i), director del IATEXT, y el rector de la ULPGC, Rafael Robaina, en las Jornadas. / IATEXT ULPGC

Lo que somos como individuo y como civilización se lo debemos al recuento y el relato de la experiencia vivida durante siglos, a la cultura. Y ese relato, su supervivencia, enriquecimiento y conocimiento son la base, y asimismo el resultado, de siglos de elaboración de las Humanidades, desde Platón, Cicerón y Petrarca hasta las mujeres y hombres que en el mundo contemporáneo estudian y hacen ciencia en este campo del saber.

Pese al salto cualitativo y cuantitativo en los estudios humanísticos, que ya producen resultados con retorno social, la actividad investigadora en Humanidades en España y en Canarias padece en los últimos años una asfixia paulatina por la ausencia de financiación pública que pone en serio riesgo la continuidad del trabajo científico de los grupos de investigación y compromete la entrada al sistema de nuevo personal que garantice el relevo generacional.

Preocupadas por esta coyuntura, que ha convertido en la última década este problema en una dificultad estructural de cada vez más complicada resolución, las universidades canarias han denunciado esta realidad en las I Jornadas de Institutos Universitarios de Humanidades en Canarias organizadas por el Instituto Universitario de Análisis y Aplicaciones Textuales (IATEXT) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, celebradas los días 9 y 10 de noviembre. El IATEXT, el Instituto Universitario de Lingüística ‘Andrés Bello’ (IULAB) y el Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas (IEMYR) de la Universidad de La Laguna se unieron esos días para analizar las amenazas en la investigación en Humanidades y, también, las oportunidades que proporcionan el trabajo y la colaboración conjuntas.

Un debate sobre ‘La I+D en Humanidades en Canarias: oportunidades y amenazas’, en el que participaron los directores del IATEXT, Manuel Ramírez; del IULAB, Marcial Morera; y del IEMYR, Dulce González, ofreció las cinco claves más notables de análisis y de remedios para impulsar la investigación.

 

1- Investigación básica

La investigación en Humanidades encierra sus propias peculiaridades y eso entraña también más dificultades. Los objetos naturales son más limitados que el ser humano y por eso en este campo existen más aristas, más diversidad y particularidades. La investigación básica es una necesidad en los estudios clásicos pero se reconoce, al tiempo, que hay que trabajar cada vez más por que parte de los proyectos ofrezcan aplicación social. Pero una cosa es adaptarse a los requisitos que en muchas convocatorias públicas de financiación se exigen en este sentido y otra es hacer concesiones abandonando o disminuyendo la investigación básica, a la que los investigadores no quieren renunciar pues, sencillamente, sería el principio del fin de los estudios en Humanidades. La realidad es que la inversión pública en ciencia es cada vez más escasa y, al tiempo, más dirigida: por ejemplo, la Estrategia de Especialización Inteligente de Canarias (RIS3) es bien clara e incentiva y promueve invertir en proyectos de ciencia aplicada. La solución: la pervivencia de ambas y dejando, a la postre, a la autonomía y elección del científico la naturaleza de sus proyectos.

 

2- Financiación

La ciencia en España padece desde tiempo secular el raquitismo de los fondos públicos. En los primeros años de este siglo las políticas parecieron iniciar un camino para desandar esa realidad pero, definitivamente, la crisis de 2007 acabó con el espejismo y los datos del PIB continúan demostrando que el país está a la cola de la UE en esa ratio. En Canarias, siempre por debajo de la media estatal, el problema es estructural y se ha agravado. Los investigadores denuncian que en la última década su actividad se desarrolla de manera exclusiva gracias a la profesionalidad y al interés de los científicos. Y es que una década sin convocatorias autonómicas de proyectos de investigación, de creación de redes de investigación o de renovación de estructuras científicas ha retrotraído la I+D+i en Canarias a niveles del siglo pasado. Lo peor es que ha provocado un círculo vicioso en el que, sin financiación, los equipos canarios resultan menos competitivos para captar fondos en las convocatorias estatales y de la UE. Urge, pues, un cambio de políticas del Gobierno autonómico para que los investigadores de las Islas en general y los de Humanidades en particular puedan optar a la financiación regional, tal y como está ocurriendo en otras comunidades, como la de Galicia en la que los estudios clásicos cuentan con fondos públicos. Planteado este asunto, de fondo se asume la “falta de sensibilidad” de los gobernantes del Archipiélago y su falta de claridad a la hora de valorar la ciencia como un recurso, un valioso instrumento, de progreso social. Por eso no se consideran aceptables otras nuevas alternativas de financiación (como la del ‘crowfunding’, por que “no somos una orden mendicante”, afirman los científicos). Han de ser los poderes públicos los que asuman el gasto de la actividad investigadora.

 

Un momento del debate en las Jornadas. / IATEXT ULPGC
3. Recursos humanos y relevo generacional

Al menos desde el último quinquenio las contrataciones están congeladas y en los casos en los que cuajan las posibilidades de hacerse con nuevo personal esto se consigue tras auténticas filigranas burocráticas. Con todo, las contraprestaciones para los que logran ingresar son desalentadoras: sueldos de mileurista junto a la inestabilidad y la incertidumbre de poder consolidar una carrera que permita asimismo desarrollar un proyecto vital. Además de peligrar el relevo generacional, el problema sustancial es el de la propia concepción que rige para el personal docente e investigador en las universidades españolas, bajo el paraguas de normas de hace treinta años. Y es que la realidad de las instituciones académicas en los años 80 del siglo pasado no coincide con el contexto de la segunda década del siglo XXI. Hay que repensar la organización de las plantillas universitarias y el perfil del docente-investigador. Urge aquí, como en materia de financiación, un cambio de mentalidad: ¿por qué un profesor de universidad ha de ser contratado para dar una serie de horas de docencia y no por su perfil investigador, por el plus científico y de masa crítica que pueda aportar a la institución académica? Habría que asumir la idea de que el mejor docente es el mejor investigador y recordar, al respecto, que los ranking que posicionan a las universidades miden la excelencia en investigación, no en docencia.

 

4. Divulgación

Dar a conocer el trabajo científico es una exigencia moral, un compromiso social, pero, también y cada vez más, un requerimiento de las instituciones que financian los proyectos. Es sabido que la divulgación es una asignatura pendiente en buena parte de la comunidad científica de España, a diferencia de lo que se lleva en Europa y, en concreto, en el mundo anglosajón. Con la irrupción de la civilización digital, esta tarea ahora se puede compartir en la realidad real, en el mundo ‘offline’, y en la realidad virtual, en Internet. Esa dualidad no debe verse como un hándicap sino como una oportunidad, una gran ventaja al poder aprovechar las herramientas digitales para llegar al público más allá de los ‘papers’ y de los canales tradicionales, los medios de comunicación de masas. En Canarias la situación de la divulgación de la ciencia está rezagada aunque es justo reconocer que en los últimos años existe una preocupación entre los científicos por acercarse al público, sabedores de que cuanto más reconozca y asuma la ciudadanía la necesidad de la actividad investigadora más presionará esta a las instituciones públicas y sus dirigentes para que se dote de fondos suficientes la ciencia. Desde las universidades se viene haciendo un esfuerzo por sumarse a la cultura de la divulgación y, en concreto, desde los institutos de Humanidades. Se ofrece información puntual de su actividad al mismo tiempo que se multiplican los eventos para estar en contacto con la sociedad. No se realiza, afirman los investigadores, un seminario, unas jornadas, un curso…, sin que se dé cumplida información a los medios. Y la divulgación, sea con el perfil que sea o en el canal que fuere, siempre sin perder el rigor, esencia de la actividad científica.

 

5- Humanidades digitales

La civilización de Internet ofrece más oportunidades que amenazas. Las Humanidades digitales no constituyen un ente propio sino que, por el contrario, conceden solo un apellido de la última revolución tecnológica a los estudios clásicos. Es decir, para practicar las Humanidades digitales hay que partir de la base de la investigación tradicional y ortodoxa. Las herramientas electrónicas han dado un vuelco a la investigación y posibilitan, por ejemplo, acceder a las bases de datos que se comparten en la Red por la comunidad científica. Al mismo tiempo, facilitan la publicación de los proyectos y resultados propios en los repositorios académicos así como el contacto con otros científicos del ámbito local, nacional e internacional. También la posibilidad de establecer redes de investigación. En el otro extremo, ciertos efectos perversos como el de la sobreinformación y la posverdad con la propagación planetaria de falsas creencias. Lo cierto es que Internet aún no ha hecho sino asomar sus posibilidades para la investigación, en este caso en Humanidades.

Estas cinco claves, que fueron analizadas por los profesores Ramírez, González y Morera en la mesa redonda con la que concluyeron las I Jornadas de Institutos Universitarios de Humanidades en Canarias, celebrada el 10 de noviembre, tienen su adecuado contrapunto en el Manifiesto conjunto publicado por los tres centros de la ULPGC y la ULL en defensa de la financiación pública de la investigación en Canarias.